En este mar lleno de pozos, donde flotan aguas de mil colores, algunas desconocidas y otras familiares…
…De aquí parece que algo me llama a transformarlas en palabras
Y sin saber exactamente que tengo decir, convierto los amarillos y los verdes, el negro y el magenta, el extenso cian en estas líneas…sin dirección ni propósito
En este mar también navegan los peces más oscuros y los más luminosos; a los veo a veces surcar las profundidades y desaparecer donde mis ojos ya no llegan a ver … haciéndome imaginar destinos que parecen fuera de mi alcance
Aquí en este océano no soy más que un par de ojos, que observan a veces con terror y otras con devoción a los mil seres que lo habitan, los que surcan las profundidades Humanas
No hay nada que me diferencie, pues aquí comparto el mismo mirar con todos lo que han sido, y con los que serán…
y la terrible fauna a la que asistimos, donde conviven los hijos deseados …en escamas relucientes que parecen recordar lo Divino, y los aborrecidos… los lanzados a la sombra del no ver, como monstruos innombrables. Todos estos seres inmortales que entrecruzan sus estelas formando figuras geométricas, espirales y formas sin sentido que cuentan la historia del Hombre… repetidos en secuencias infinitas pero siempre los mismos peces, los mismos hijos…los mismos ojos.
Y en la ignorancia que nos persigue desde el Origen -confundiendo nuestro mirar con el de otro pez- allá que nos lanzamos a buscar el hogar perdido, el reposo para el animal extraño que creemos ser, dentro de este mar aún más extraño.
Navegamos entonces en piruetas retorcidas, al antojo de los seres que se cruzan en nuestro camino, persiguiendo las estelas de bancos luminosos que nadan más rápido que nosotros…que parecen adentrarse donde nosotros no alcanzamos. Acompañados constantemente por la realidad de los peces oscuros, aterradores como un dolor antiguo que no vemos pero sabemos que está. …Quizá si nadamos más rápido, quizá si nos quedamos en la fortaleza de una roca marina, o tal vez rozando la superficie del mar, quizá encontremos la casa añorada, esa perfecta forma de nadar o tal vez un pez amado y desconocido…que imaginemos de nuestra especie.
…pero no hay salida, no hay casa segura que el tiempo no arrebate ni pez de nuestra especie, ni siquiera sueño lo suficientemente profundo como para hacernos olvidar a los peces innombrables.
Llegamos exhaustos a la muerte de esta ingenua inocencia, del desesperado correr a ninguna parte, de donde parece surgir el reconocimiento…a veces amargo a veces delicioso… de que tal vez no seamos un pez. De que tal vez nuestro navegar es el sueño de un ser inmóvil... que buscaba su reflejo en las doradas escamas, en los tirabuzones inquietos del agua y las algas… persiguiendo a lo divino en las esquivas luces submarinas, embelesado con los corales y las perlas pero en constante huida…sin saberlo esclavo de las aguas templadas y tranquilas.
De la derrota de este viaje equivocado nace entonces un irracional presentimiento; que en este no-nadar podemos abarcar el mar entero…
Y entonces, sin rumbo ni técnica natatoria alguna, comenzamos torpemente este no-viaje, guiados por esa fuerza misteriosa que susurra a cada instante: ”ya estás en casa”….